jueves, 28 de noviembre de 2019

Mis horas blancas

Mis horas blancas vienen en funda de almohada, cuando entre sueños palpo tu regreso y el tiempo no corre más. Entonces todo es tan claro. La oscuridad nocturna es sólo un viejo túnel a la eternidad. En mis horas blancas me olvido de que hace dos semanas murió el abuelo aparentemente fuerte y que apenas hace una madrugada murió el abuelo que estaba en cama. El reloj va perdiendo sus manecillas y Dios las recoge a su paso. 
     Mis horas blancas son apenas un instante que devora al infinito, porque todo instante es inmortal cuando se le inyecta amor en las venas. En mis horas blancas recuerdo el aroma de nuestros encuentros; aquél húmedo y frío del primer beso o el cálido y dulce del primer café. Mis horas blancas absorben el horror del colorido auténtico hasta formar un arco acromático celestial. Mis horas blancas te abrazan hasta cubrir la luna y se enredan en tus cabellos hasta caer en mí. Mis horas blancas empatan con tu sonrisa y con el marco vacío en la pared. 
     Mis horas blancas nacen en la negrura, cuando el silencio explota en caricias, allá donde el olvido descansa sin prisas y la esperanza se agita impaciente. Mis horas blancas no son lucidez sino camisa de fuerza en el corazón. Mis horas blancas repiten calladas que no quieren marcharse. 
     Mis horas blancas se caen a pedazos al amanecer. 
     Mis horas blancas son un susurro del cielo. 
     Mis horas blancas son apenas un instantes que devora al infinito. 
     Espero encontrarte a las doce. 
     Doce.
     Dos ser. 
     Espero encontrarte hasta dos ser. 


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Quiero llevarte al cielo en los brazos de un Agosto sin prisa, quiero sentir la brisa robarle al sol la sonrisa como lo hacía el abuelo...