sábado, 25 de enero de 2020

Juntar estrellas

Quiero llevarte al cielo
en los brazos de un Agosto sin prisa,
quiero sentir la brisa
robarle al sol la sonrisa
como lo hacía el abuelo.

Quiero iniciar un duelo
entre la nostalgia y la risa,
abrazarte tras la cornisa
porque lo que el alma precisa
es anarquía y revuelo.

¡Ven y juntemos estrellas!
Es más real que ficticio,
que el cielo en suelo es un vicio
por el que asoma el resquicio
del amor y sus huellas.

Siente cómo destella
el corazón en suplicio;
que no hay mejor sacrificio
como perder el juicio
por el calor de una doncella.

Quiero llevarte al cielo
en los brazos de un Agosto sin prisa
quiero sentir tu caricia
y despedir al desconsuelo...


viernes, 10 de enero de 2020

El tren

Te esperé.

     A veces con las hojas danzando en un levitar constante. A veces con la piel ardiendo por la caricia del sol. Jamás vi caer gotas, salvo aquella ocasión en que el lodo y la sangre se hicieron uno y resbalaban por entre el pelaje de aquel perro indefenso. El pobre quedó tan maltrecho que si se hubiera visto en un espejo, seguro no se reconocía. Aún así, al quedar libre, siguió su camino con una pata a rastras y el pelo vuelto sombra.

     Yo seguía esperándote. La gente cubría el suelo con huellas de equivocada empatía. Veían mi soledad asombrados, como si Baudelaire y Quiroga no hicieran bien su trabajo. A veces pienso que sentir lástima por la soledad del otro no es más que un síntoma de un vacío propio. Los cerdos escaparon del corral y los señores de la casa en la orilla al fin salieron, "¡Muchacho! Tu lo esperas tanto tiempo y nosotros estamos hartos de verlo". El problema era que no lo veían sino lo escuchaban, y como sucede con frecuencia, huían del estruendo sin reconocer el secreto oculto entre su angustia. "Estamos hartos de verlo", decían. ¿Acaso se hartarán de ellos mismos? El remedio contra la monotonía es estar dispuesto a descubrir cada mañana algo nuevo del mismo recipiente. Quizás por eso amar les es tan complicado. Aburrirse es fácil cuando piensas que leer un libro una sola vez significa haberlo entendido para siempre.

     Todos los días volvía al mismo sitio esperando tu llegada. Conocí nuevas nubes, nuevos atardeceres, algunos insectos. El Pitbull que había desecho al que el primer día se fue a rastras, ahora se sienta conmigo, a unos metros de distancia, esperando tal vez al perdón. El señor de la casa me platica algunos recuerdos y luego vuelve a su trabajo. El obsequio de memorias es un oficio extraño, como si deséaramos inmortalizar nuestra vida a través de los ojos ajenos.

     "Recuerda que de tanto esperar podemos echar raíces", pensé. Me levanté y no quise esperar más. Caminé por la vereda hasta encontrar el regreso a casa. ¿Esperar es perder el tiempo? No. Esperar es una oportunidad de conocerse a sí mismo. Acaso lo esperado es un pretexto para llegar a nuestra alma. Esperar no es un delito pero la vida no pausa. Al final uno puede esperar en la aleatoriedad del movimiento. Y como si el ajetreo fuera una especie de rito que clama, oí tu llamado a lo lejos.
   
     "¡Lo logré, lo logré! ¡Dios mío, lo logré!". No te esperaba más pero ahí estabas, en todo tu esplendor. Al final uno puede esperar en la aleatoriedad del movimiento, repetí para mis adentros. Voy a esperarte toda la vida, aunque probablemente me encuentre lejos. Ignoro si el próximo encuentro iré contigo o simplemente te veré pasar, pero siempre acudiré a tu lado cuando en el sonido me llames.

     
The Euphony of the Apocalypse, Michael Vincent.



Juntar estrellas

Quiero llevarte al cielo en los brazos de un Agosto sin prisa, quiero sentir la brisa robarle al sol la sonrisa como lo hacía el abuelo...